El Reparador


CAP.I Nota primera

Nos vemos en la obligación de volver allí. Una sobrecogedora
llamada de auxilio nos ha hecho virar el rumbo bruscamente y
redirigir nuestra atención hacia coordenadas remotas pero no del
todo desconocidas. No nos ha sorprendido. Y a pesar del largo
intervalo desde la primera vez, no nos olvidamos de esas
coordenadas. Ahora redirigimos la mirada hacia aquel que se hacía
llamar a sí mismo tan sólo con el nombre de una de sus partes, el
de uno solo de sus dos géneros. Despreciando al otro. Y, a pesar de
que no ha sido éste quien ha clamado auxilio, sabemos que el
mensaje le hace referencia. Nuestras premoniciones angustiosas,
borrosas y carentes de sentido; están cobrado forma y ahora
podemos ubicar, al menos, el foco de la zozobra generadora de
tanto pánico. Al fin sabemos hacia donde mirar. Pero esta ilusión de
luz confusa que nos arrojan hechos desconocidos, lejos de ser
tranquilizadora, altera aún más nuestra percepción porque tememos
no haber descifrado del todo la magnitud de lo sucedido. Nuestro
actual estado y situación tiembla ante las posibles interpretaciones
que se nos plantean. No sabemos con qué nos vamos a encontrar,
pero no será reconfortante dado el carácter de la llamada. Además
las señales que hemos recibido han sido demasiado fuertes durante
múltiples ciclos mucho antes de saber hacia dónde dirigirnos. Esta
última señal de pánico, al fin, muestra el punto exacto hacia donde ir.
No cabe duda o desviación posible y allá vamos. Lo que temíamos
en nuestros estudios y deducciones parece cumplirse. Y, a menos
que la Hospedera así lo pida, no intervendremos. Forma parte de
nuestro código de honor por todos aceptado. Aunque lo que con
más fuerza se nos manifiesta es que el resto de individuos se
encuentra en situación de desahucio sin remisión. Todos y cada uno
de ellos está sufriendo, y todo parece indicar que el principal
responsable es precisamente el que no ha pedido la ayuda y hacia el
que volvemos la atención. Desde antiguo entrevimos sus
manifestaciones mediante un comportamiento irresponsable para
con ellos mismos y con todo lo que les rodeaba. Pero también
creíamos que tardarían algo más en transformarlo todo de nuevo y
no podíamos siquiera imaginar la escala en la que parece se
desarrollan los acontecimientos. Les veíamos capaces de modificar
completa e irreversiblemente el entramado complejo de todo
ecosistema existente, pero aún confiábamos en una posible
redención porque muchos de los suyos, los más capaces y
evolucionados, les advertían. Pero el equilibrio, si alguna vez llegó a
darse, siempre se desbarataba. Me resultó un dato curioso advertir
la paradójica capacidad que poseía de interiorizar y establecer
creencias erróneas de forma acérrima y de desbancarlas con la
misma rapidez e intransigencia si así lo requerían sus propias
necesidades individuales. Quizá eso era lo más sorprendente; la
poca importancia en desbancar y exterminar conocimientos según
antojo de unos pocos. Curiosos aquellos que se creían poseedores
de todo el saber. Curioso también el pánico de aceptar que
realmente no sabían nada.

CAP.II Poco o nada tengo que perder tanto si me escuchas
como si no


-texto 1, que así escribo y dejo impreso. Por Faustino Gutierrez:
“En la mañana arrastraba al sueño sin llegar a concluir si
verdaderamente lo arrastraba o por el contrario era el propio sueño
el que me zarandeaba entre las calles concurridas (o mejor,
saturadas) y a merced de obstáculos vulgares reiterados de ciudad
en ciudad. Llego incluso a recordar que dichos obstáculos, a pesar
de estar en la misma posición desde hacía tiempo, en ocasiones me
resultaban tan novedosos como acabados de colocar. Quede, por
citar algún ejemplo, constancia de mis tropezones matutinos con los
pivotes de aparcamiento, las baldosas levantadas por las raíces de
los árboles en su inagotable y poderoso crecimiento y los
tremebundos tótems lumínicos tan representativos de las ciudades y
que pretenden coordinar mi camino evitando los vehículos
motorizados. Y qué hablar de los orondos excrementos de can que
salpicaban las aceras atemorizando todo calzado primoroso
escogido con empeño de entre millones para ser lucido ante todos.
¡Eso es inconcebible! .Todo ello ha gestado siempre en mí una ira
inconfesa, pero real y tan hiriente como los malditos pivotes con los
que me topaba. Esta era mi primera toma de contacto con aquello a
lo que ignorante e ingenuamente llamaba vida. Aunque no sólo yo la
llamaba así sino, aún a riesgo de generalizar, muchos otros que
cada mañana iban siendo arrastrados por el mismo sueño que a mí
me zarandeaba. De igual modo eran lanzados como yo, repetidas
veces, a obstáculos vulgares. Verdaderamente incómodo...”
-¡Eh!, ¡Muévete que queremos pasar!. ¡¿Me oyes?!, ¡Quítate de ahí
de una vez, pasmao, no tengo todo el día!- Suerte que he zanjado el
tema con una buena hostia. Mentira. La hostia metafórica me la
trago junto con el comentario. Al fin tanta gestación de ira parió el
fruto de esta acumulación de despropósitos, pero en mis propias
entrañas. Este día a día no permite siquiera pararse para castigar
dura, pero qué duda cabe que justamente, a aquel que ofende (a
veces incluso con su sola presencia). Le hubiese saltado los dientes,
a él y a la botarate del carricoche. Pero mi cometido diario al que
estoy sometido por el jugoso salario que me proporciona, impide esa
dosis de justicia. El nivel de bilis me llega hasta las orejas. Y así es
como cada mañana muere la lírica para mí, o mejor; la matan. En el
metro (o en el muerto, porque vaya caras...) sigo imperturbable con
mi monótona vida. Estas muestras de conformismo envilecen el
preciado relato de mi vida que igual hubiera acabado en tragedia
que en comedia, a pesar de que lo segundo habría sido
prácticamente imposible de haberse presentado la ocasión. Creo
recordar que en algún momento tuve sentido del humor, aunque se
vio en la obligación de dejarme para florecer en otros campos más
fructíferos en los que aun sigo siendo un proscrito. Estación tras
estación, todo es siempre lo mismo, como un túnel del tiempo pero
avanzando. Cuando era niño, y en realidad a lo largo de toda su
juventud, mi madre solía repetir insistentemente: -Hijo mío; con nada
viniste a este mundo y con nada te irás. Tenlo presente siempre
porque es la única verdad que al final vas a conocer. Y como con
nada viniste hay otras muchas cosas en las que puedes emplear tu
tiempo, que sí es lo único que tienes. No seas, pues, esclavo de lo
material ya que nunca podrás poseerlo. Ni, por tanto, esclavo del
dinero. Menos aún lo ames porque no podrá jamás corresponderte.
Son los seres vivos los que aman. Son a las personas y no a la
materia a las que debes amar. Proporciónate lo necesario para vivir,
para cubrir tus necesidades básicas y estar sano, alégrate por esto y
por cada oportunidad que el mundo de regala que es abrir los ojos
cada mañana. No ambiciones nuevos coches que no necesitas. No
ambiciones casas que no puedes disfrutar ni proteger. No enciendas
envidias innecesarias, que ya vendrán por poco que tengas. Lo
importante en esta vida para ser feliz es aceptarse cada uno tal
como es y trabajar por lo que le gusta; esa es la verdadera clave de
la felicidad. Lo superfluo, lo que no necesitas, te hará infeliz. Tienes
un arma muy poderosa que está en tu cabeza, se llama
imaginación. Desarróllala y no ambicionarás nuevos coches que no
necesitas. Es de la imaginación y no del dinero de la que han salido
los nuevos coches, los aviones, los barcos. La gente miserable ansía
conseguirlos pero la materia no se posee ni se ama, sólo se usa. En
cambio disfruta imaginando y creando nuevos mundos. Ama a los
que te rodean y, por encima de todo, ámate a ti mismo porque tu
tiempo es limitado.- Grandes palabras las de mi madre. Que pena
que estuviera tan loca. No tenía ni idea de cómo funciona el mundo,
pero su locura parecía mantenerla en constante felicidad. La locura y
sus pastillas, claro está. Y así transcurre mi vida año tras año, sin
demasiada variación. Asomándome como estoy a la madurez llego
a agradecer esta calma incluso de igual modo que me atormenta.
Poco importa ya lo de alrededor, salvo si me toca los cojones.
Entonces me cabreo. Pero en realidad el de al lado me da igual, y
estoy absolutamente convencido de que también yo les doy igual.
Esta es la única enseñanza importante: salva tu propio culo.

CAP III. Nota segunda


Nunca hemos sentido la necesidad de medir o controlar aquello a lo
que se llamó tiempo. No al menos como hicieron estos a quienes
venimos a investigar. Sabemos que dividían un todo, real o no, en
infinitas partes esperando poder cuantificar y retener cualquier cosa,
fuera o no materia, con una obsesión enfermiza. Tanto ponderaban
el agua como el tiempo, la distancia como sus emociones y
relaciones. Al contrario que ese “tiempo” nuestros estudios se basan
en entender e interpretar los movimientos celestes en función de su
propia dimensión y movimiento. Concretar no entra dentro de
nuestra naturaleza. Lo describimos más bien con perífrasis para no
confundirnos al estudiar los planetas que visitamos. Utilizamos
eufemismos de su lenguaje como “ciclo” o “período”, sin mayor
descripción. La esencia de los hechos es lo que verdaderamente nos
importa. Ahora, muchos ciclos han pasado desde que llegamos por
primera vez a este lugar. En aquel momento recopilamos mucho del
conocimiento espontáneo y esencialmente necesario para nuestro
cometido y para la pervivencia de lo que aquí existía. Cuando llegó
el momento dialogamos durante varios de sus ciclos con la
Hospedera acerca de sus deseos y describió con claridad aquello
que quería mantener. Recompusimos en función de lo solicitado. Se
inició la evolución y desarrollo de la especie con características
distintas a lo antes conocido. El potencial de su evolución
sobrepasaba con creces cualquier expectativa. La Hospedera vio
una posibilidad en ellos y les dio su confianza y también les dio todo
lo que pidieron. Temíamos que se les fuera de las manos a ambos,
me atrevo a decir. Demasiado poder otorgado a seres tan egoístas e
inexpertos y demasiada ingenuidad por parte de la Hospedera. No
es que les desprecie; eso hubiera sido contrario a mi naturaleza y
contraproducente para mis estudios, además de lo más fácil. Pero
gracias a nuestro trabajo comprendemos que todos los seres
existentes, todas las especies; se completan en sus diferentes
realidades y son necesarias por esto. Pero estos últimos se creían
siempre autosuficientes. El poder de la Hospedera les hizo sentirse
poseedores del saber absoluto. Llegando a no tener el más mínimo
respeto por las otras formas de vida, ni siquiera tenían respeto por sí
mismos. Nunca antes habíamos percibido un comportamiento
semejante en especies llamadas “conscientes”. Un comportamiento
tan anómalo que únicamente buscase el propio beneficio mediante
cualquier estrategia. A diferencia de los parásitos, esta característica
no pertenece a su naturaleza puesto que poseían la capacidad de
rebatirla y manipularla en función de sus deseos. De esto se deduce
que podían haber vivido bien sin hacer daño. Pero eligieron el
camino del dolor a todos los niveles. Queremos evitar la fácil
deducción de que se odiasen intensamente a sí mismos incluso con
repugnancia, pero los datos que nos llegan han generado un colapso
a nivel absoluto (cuerpo y espíritu). Una hecatombe. Y si de algo
estamos seguros es de que han intervenido activamente en eso.
Buscamos la claridad en la sucesión de los acontecimientos, pero no
va a ser fácil. Hallamos grandes contradicciones en todo lo que
descubrimos. Y más aún en el comportamiento consciente del
máximo responsable. A pesar de que estaban capacitados para
deducir lo que se les venía en cima, sumaron y restaron hasta el fin
como si fuera lo único que importaba. Convirtieron las operaciones
matemáticas en sus dioses porque con ellas aumentaban sus
ridículas fortunas de igual modo que mermaban las de sus
adversarios. Lo ensuciaron todo, lo llenaron de cuentas infinitas, de
basura absurda sin valorar que lo que estaban creando era de tal
magnitud que no podría ser ponderado. Descuidaron lo importante,
lo que les mantenía con vida. Ahora ya poco podemos hacer.
Únicamente venimos a reunir la información suficiente que nos
permita reparar lo dañado en esencia al margen de su miserable
existencia, siempre y cuando la Hospedera así lo desee. Tanto nos
vale aquí como en el resto de lugares al que nos dirijamos. Tenemos
muy presente que las formas de vida que se pusieron en contacto
con nosotros estaban horrorizadas, completamente sometidas.
Aunque los ecos que nos quedan muestran que estas formas no
fueron las primeras en desaparecer a pesar de todo el daño que se
las estaba infligiendo. Parece que siempre fueron consideradas
débiles e incapacitadas. Pero, pese a todo, demostraron no ser las
más vulnerables.

CAP.III De las enseñanzas del Señor y otras cuestiones.

A la hora de comer Marcela estaba sola, más o menos como de
costumbre. Había preparado unos puerros a la vinagreta y un poco
de pechuga de pollo a la plancha, por aquello de mantener el peso el
mayor tiempo posible. Porque de adelgazar... mejor ni hablemos.
Las vacas gordas y las flacas se mezclaban en una alegoría de
altibajos hormonales que no la dejaban ni respirar. A veces hubiera
preferido no tener cuerpo, así no sufriría de esta forma.
En la calle hacía un día agradable, un sol que no llegaba a calentar
como en verano pero que daba gusto lo que iluminaba. Los pájaros
justo empezaban a desperezarse y sacudirse el invierno y la vida se
podía ahora mirar desde otra perspectiva. Aunque a veces pareciera
siempre la misma que nos engañaba escondiéndose tras colores
diferentes para burlarse. Tenía la semana libre y había previsto
aprovecharla en sus cosas. Hacía tiempo que quería solucionar
algunas incómodas situaciones en casa. Los armarios no estaban
actualizados para la nueva estación y debía ir retirando los abrigos al
desván cuanto antes para dejar sitio a prendas más... alegres. Con
los zapatos pasaba lo mismo. Su colección de botas merecían un
repaso antes de ser ordenadas en sus cajas para la estación estival.
Los abrigos dudaba si llevarlos al tinte o dejar que se encargase
Rosa que conocía bien cómo cuidar la ropa. Estaba dubitativa, mejor
esperaba a la semana siguiente no fuera a ser que esta primavera
prematura diese un giro inesperado y trajese de vuelta al crudo
invierno. Está bien, la ropa de invierno la dejaría por el momento.
Por otro lado los baños hacía tiempo que no se limpiaban a fondo
porque aunque Rosa venía dos veces por semana no se veía con
corazón para hacerla arrodillarse frente al recipiente de sus detritos,
¡qué poca elegancia!. Ahora que tenía un poco de tiempo podía
frotar ella misma. Podía estar frotando todo el día hasta que le
saliesen ampollas en los dedos, e incluso podía haber reservado una
plaza en cualquier avión y en cualquier hotel del mundo y largarse
lejos a ver maravillas. Pero tenía tantas ganas de estar en su casa...
Podía ser la peor excusa jamás inventada o la realidad más
aplastante y lamentable porque aunque cada noche volviese a su
dulce hogar a cenar y dormir, para ella eso no parecía representar el
auténtico disfrute del hogar. No era suficiente. Y no sabía de qué se
estaba quejando, si tenía tele de pago en pantalla súper plana y
súper enorme, dos ordenadores (uno de ellos “laptop” de última
generación), teléfono a la “necesidad” del momento... ¡Y aún sentía
que no aprovechaba bien todo el dinero invertido en aquella casa!.
No la cuidaba y no la mimaba suficiente y eso que para decorarla
dedicó más esfuerzo del que nunca había dedicado a nada (fuera de
su trabajo y su carrera se sobreentiende). Así que ahí se iba a
quedar, dedicándole tiempo para que no se enfadase y quisiera
echar sus propias paredes abajo. Era un piso de lo mas coqueto,
con alfombritas agradables y carísimas por toda la casa cubriendo la
madera brillante de su parquet, que debía serlo puesto que nunca
veía la luz del sol. Confiaba en que se mantenía en perfecto estado.
Lámparas Tiffany combinando estilo con lámparas de diseño austero
en distintos ambientes ideados cada uno para su propio uso: un
saloncillo de lectura cómodo y confortable con librería victoriana,
sillón orejero en piel oscura con capitoné y alfombra de muy buena
imitación persa, gran cristalera para el día y buena iluminación para
la noche. Dormitorio principal más actual aunque sobrio, chapado en
nogal americano y laca, cama inmensa, alfombra oriental y panel
japonés. Cocina estilo inglés en madera de tonos claros, pero no
demasiado clásica, sino modernita. Salón comedor algo más
minimalista, pero mezclado con toque clásico decapé. Y por
supuesto una gran colección de cuadros y esculturas. Así
sucesivamente ambiente por ambiente en su piso de semi lujo de
casi doscientos metros cuadrados. Para muchos ese hubiera sido un
piso de lujo absoluto. Para Marcela era, simplemente coqueto y
personal. No por modestia, que no le hacía falta, sino porque
siempre podía mejorar su más amada posesión. Con el tiempo que
pasaba en casa el deterioro era mínimo, pero nunca se pude bajar la
guardia porque el tiempo hace estragos en todo. En fin, que tocaba
frotar baños con cepillo de dientes. Su marido tampoco iba a estar
en toda la semana, así que podía ahorrarse la agotadora tarea de
hacer planes que, de realizarse, no iban a ser disfrutados por
ninguno de los dos. Su único hijo vivía en el extranjero trabajando
dios sabe en qué, y hacía tiempo que no hablaba con su padre más
por desidia que por enfado. Y como ninguno de los dos hacía
esfuerzo alguno por mejorar la situación o la comunicación, Marcela
ya había asumido su rol y no pretendía hacer ningún movimiento de
ficha a favor o en contra de cualquiera de los varones de su familia.
Ya se verían en Navidad, si este año su hijo se dignaba presentarse.
Generalmente aprovechaba que su padre estaba de viaje para venir
a visitarla. Para su madre siempre bien recibido, a pesar de sus
rarezas y de su vida que no llegaba a comprender del todo. Ella
hubiera preferido que fuese ingeniero como su padre, trabajara en
una multinacional, se casara, se comprara una casa al lado de la
suya, tuviera hijos y viniera a cenar en Navidad. O que no hiciera
nada de eso, pero viniera a cenar en Navidad y honrar a sus padres
como Jesucristo nuestro Señor nos enseñaba. Prefería no pensarlo.
Siguió frotando durante largo rato el pie de su urna de porcelana
destinada a lo que ya no servía, igual que sus propios sentimientos.

Cap.IV El trabajo del “Reparador”

Adoptamos siempre la forma que nos resulta más versátil de la vida
extinta que vamos a estudiar. La que más pueda interactuar en los
diferentes ambientes y la que más nos mimetice con la que fue su
existencia. Esto lo hacemos a fin de optimizar energía, tiempo y
recursos. Conocer es comprender; comprender es compasión; la
compasión salva vidas. Ese ha sido siempre nuestro lema y legado.
Así estudiamos lo que nos rodea desde la perspectiva del que vivió
ahí. Habitamos mundos cuando los últimos moradores han
desaparecido y buscamos información para recomponer
desperfectos y solucionar anomalías. Luego organizamos esta
información sobre las causas de extinción o desaparición para así
recomponer de nuevo si se da el caso. No somos nosotros los que
elegimos qué se queda o se va, únicamente interpretamos señales
y referencias pasadas para indicar cómo reparar en lo posible la
esencia. Nos necesitan principalmente cuando ha sido una ruptura
traumática o se ha llevado a cabo mediante acontecimientos fuera
de esquema que los Hospederos no logran comprender. Cada
mundo extinto puede representar una mella para cada universo, y de
ser así ha de repararse o puede afectar negativamente al siguiente
dependiendo de las características del deterioro. De similar
comportamiento al que tuvieron los virus en la Hospedera. Con la
información generamos “guías” o métodos de actuación que suelen
ser útiles para detectar y corregir anomalías. Una anomalía no
frecuente es la que atenta contra toda vida a gran escala. Los
desequilibrios son anomalías que pueden convertirse en amenaza o
mejora para la vida. Hay diferentes grados. La información es
guardada en un cuerpo celeste joven, y se cambia cuando está a
punto de desaparecer. Los datos están encriptados y sellados para
posibles consultas y estudios. Casi nunca se desecha información,
siempre se guarda todo a menos que represente una auténtica
amenaza para futuras formas de vida. Nosotros somos los
cuidadores, los “Reparadores de Mundos”. Así nos llaman y nos
gusta. Generalmente somos invisibles a toda forma de vida a menos
que realmente se requiera nuestra ayuda, como ha pasado con la
última comunicación.

Cap. V. “La Hospedera”


Como he señalado antes; ya habíamos estado aquí, pero con
moradores distintos. Entonces la Hospedera (más tarde llamada
Planeta Tierra) era joven e inexperta y ponderaba constantemente
sus recursos y su poder de transformación. Dependía de su entorno
pero aún así controlaba parte de su forma disponiendo de
características muy particulares y de gran potencial. Fue ella la que
manifestó por vez primera la anomalía poco frecuente de atentar
contra toda forma de vida existente. Pudimos intervenir recuperando
unas pocas especies que evolucionaron. Las más adaptadas o con
recursos de mayor posibilidad de evolución. Por lo que sabemos de
entonces, los primeros extintos vivían para alimentarse y eso no
complació a la que los sustentaba porque la interacción entre unos y
otros individuos era muy escasa o limitada. Por decirlo de alguna
manera la estaban aburriendo. Vinimos a estudiar esta anomalía a
fondo y tuvimos largas charlas acerca de su comportamiento
irrespetuoso para con sus moradores. Decidió cambiar y mejorar su
conducta. Así aparecieron estos últimos moradores, los Seres
Humanos, a quienes estamos estudiando a fondo porque puede que
la Hospedera haya vuelto a comportarse del mismo modo tiránico
que con los anteriores. Parece ser que la Hospedera les proponía
retos constantes de todo tipo; inclemencias meteorológicas,
movimientos sísmicos, juegos de supervivencia y enfermedades.
Fueron capaces de resolverlo todo casi siempre exitosamente.
Aprendieron rápido de la matriz y, a su vez, se proponían retos cada
vez más difíciles a sí mismos ya a la propia Hospedera con el único
fin de probar su soberanía. Mientras, las otras formas de vida se
iban desarrollando como podían; diversificándose y generando
múltiples ecosistemas equilibrados que iban siendo desequilibrados
por los otros moradores en copia directa del comportamiento de la
matriz u Hospedera. Su espacio vital iba siendo reducido,
envenenado o destruido hasta que se vieron en la necesidad de
comunicarse con nosotros. Muchos de ellos desaparecieron antes
de la llamada. Estamos recogiendo datos precisos de los sucesos. A
la Hospedera la conocemos bien así que nos centraremos en sus
“juguetes”. Hemos elegido dos muestras representativas de esa
especie dominante, una de cada género de los dos existentes en su
naturaleza. Estos dos géneros se unían para proliferar. Ambos se
desarrollaban en entornos rodeados de más individuos como ellos.
Tenían la atención más centrada en la materia que en la esencia; en
su propio cuerpo que en su verdadera mente; en lo que se pudre
que en lo perdurable. Sometidos a comportamientos e interacciones
dirigidas por normas estrictas por ellos mismos establecidas. A veces
incluso impracticables o contradictorias a pesar de que su fin parecía
asegurar su supervivencia. Entramados sociales, como ellos lo
llamaban. La relación con su matriz al principio era impecable. La
respetaban y rendían culto. La veneraban. Pero también la temían
porque, en ocasiones, sus pruebas eran demasiado difíciles de
superar y salían muy mal parados. Se fueron separando de ella a
medida que iban conociendo sus tretas y dominando sus artimañas.
Se equipararon a ella y la perdieron el respeto sintiéndose los más
poderosos. Entonces comenzaron a infligirle daños irreparables igual
que ella había hecho. Pero ellos eran muchos y con capacidad de
reproducción. La Hospedera sólo era una y no podía multiplicarse.
Así mismo los ciclos de ambos eran muy distintos. Mientras los unos
repetían ciclos cortos para cada individuo en los cuales
desarrollaban estrategias de reparación a la misma velocidad; la otra
mantenía ciclos constantes inscritos en otro mucho más perdurable
que hacía que su reparación fuese más lenta. Consideramos que
ambos se sobrexcedieron en sus capacidades. El alumno creyó
sobrepasar a la maestra, que no les había enseñado correctos
comportamientos abandonándoles a su suerte la mayoría de las
veces. Inclemente y justiciera como la llamaron. Acabaron con ella
utilizando lo que ella misma les había proporcionado. Y las otras
formas de vida observaban y sufrían sin poder hacer nada envueltos
sin motivo en esta guerra de titanes; uno ideológico, otra material.
Ambos formaron parte de una confrontación duradera en la que
tanto eran víctimas como verdugos. Castigaron de igual manera a
quienes los amaban como a quienes los acometían. La idea de
justicia fue una invención de último recurso que nunca llegó a
cumplirse en su estricta forma puesto que ya se había puesto en
marcha el camino hacia la mutua destrucción. Mientras, se iba
acabando con todo lo de alrededor. Venían tejiendo la maraña de
sucesos que les llevase a la destrucción.

Cap. VI “Fin del estudio y vuelta a casa”


Hemos dado por finalizado nuestro estudio. Ha resultado agotador y
de conclusiones confusas. Por primera vez los Reparadores
decidimos no conservar vestigio alguno de la información obtenida
acerca de los moradores estudiados . Mantener alguno de los
aspectos supondría poner en peligro cualquier universo conocido.
Vamos a borrar toda huella de la existencia de estos seres. La
Hospedera ha sido amonestada prohibiéndole repetir cualquier
comportamiento de favor o castigo para con sus moradores, además
ha de reparar con máxima celeridad todo ecosistema que de ella
dependa directamente. Por otra parte hemos reparado las formas de
vida restantes, las que desaparecieron también y las que nos
llamaron. Están aliviadas de ver desaparecer al que fue su mayor
enemigo. Todas han jurado comportarse en equilibrio con sus
ecosistemas. Lo que ha ocurrido aquí no debe repetirse en ningún
caso. No sólo representa una amenaza, sino también una vergüenza
y deshonor infinitos. Nos alejamos a la espera de no volver a
encontrar un caso semejante en ningún otro Hospedero. Se auto
destruyeron porque estaban mal diseñados, y destruyeron todo lo de
alrededor por igual motivo. Al igual que todo lo que creaban, que era
confuso y de comportamiento paradójico. Tanto podía servir para
sanar que para destruir siendo esta última consecuencia la más
drástica y perjudicial para todo, y también la más repetida.
Avanzaban un paso y arrasaban cinco. En este punto en el que nos
hallamos, el error de creación quizá pueda ser subsanado, pero los
ecos de sufrimiento no serán borrados jamás. No nos dimos cuenta
de su terrible defecto de funcionamiento, de sus paradojas repetidas.
Quizá este universo pueda recomponer la huella tan lamentable que
dejan. Pero para eso va a requerir mucho, mucho tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario