viernes, 10 de octubre de 2014

Pequeñita

Las miraba y me emocionaba de pequeñas que eran. Tan perfectas y autónomas, se me antojaba que necesitaran ayuda constantemente... pero no, ella solita sabía como mover esas manitas. Cuánto he aprendido contigo pequeña. Siento que las circunstancias no nos sean propicias para seguir aprendiendo día a día.
Cuántas tardes de cuentos, cuántas tardes de risas, cuántas tardes en las que dos almas solitarias se unían con el único propósito de ser felices y huír de nuestra propia realidad.
Eres mi amiga, treinta años de diferencia nos separan, pero sé que te entiendo con solo mirarte y sé que tú entiendes que no puedo darte más de lo que tienes delante.
Algún día, hermana, esto va a cambiar y juntas seremos libres y  lo que queramos ser. Te quiero, no lo olvides. Y siempre estaré aquí para lo que necesites. Solo silva o chasquea los dedos. No me voy si tú me llamas.

Relojes


El tiempo era blando y se escapaba de las manos. Entre pinceles y sueños no llegaba a distinguir el final de un día y el comienzo del siguiente. Pero Gala siempre era la luz que le servía de guía en medio de sus desvaríos.
-¡He de volver a pintarla!

miércoles, 8 de octubre de 2014

Desavenencias conyugales


Vestía su traje azulón impecable para ir a misa de doce. Lo único que pensaba al embutírselo era lo impresionante y lasciva que se veía con él. No recordaba ni lo que había costado. No así su marido al que cada vez que la veía con él puesto le dolían los riñones. Pero no importaba porque ella siempre representaba su triunfo en esta vida. La esperaba ojeando una revista algo picante sin percatarse de que no recordaba la última vez que había amado a su esposa. Cuando ella llegó escondió la revista:

-¿Ya estás, amor?

-¡Calla y conduce! Nuestro matrimonio no incluye amistad.

Independencia


-Me parece que ya has bebido demasiado.
La negra se lo repetía a sí misma cada cuatro de julio. Afuera los fuegos de artificio celebraban como cada año la tan vanagloriada hipocresía humana. Nunca bebía, pero ese día se sentía capaz de beberse el mismísmo Mississippi.

martes, 7 de octubre de 2014

Lardrona


Corría cuesta arriba con tal presteza que no fueron capaces de detenerla o siquiera amedrentarla a base de improperios. Rezagado el otro veía cómo se le escapaban los sueños enredados en sus cabellos.
-No llores, Hilario. No era para tí.
-Lo sé, madre, pero de ilusión también se muere.

Decisión y orientación


-¿Allí o allá? ¡Vamos, decídete!
En el arcén, con el coche torcido, él no paraba de gritarle haciendo aspavientos con los brazos.
Ella, que nunca había reaccionado bien bajo presión, paró al primero que pasaba, se subió y se marchó sola a vivir su futuro.

El invitado


Llegó una tarde de verano con una carta bajo el brazo y poco más. Lo justo para pasar el día. -"Es muy bueno y obediente"- anunciaba el escrito. Lo que no supimos entonces, lo adivinamos más tarde: su pasión en este mundo era darle patadas al balón.